Hindú, que definirá con CASI, es exitoso en todas sus divisiones; el porqué de tanto logro...
Deleita con su juego. Aprendió a ganar en instancias eliminatorias y lleva tres coronaciones sucesivas en la URBA. El próximo sábado disputará la cuarta con CASI en la final. Pero no sólo brilla en la primera división; muchas otras categorías obtienen títulos o están a las puertas de hacerlo. Y viene estableciendo ésta de fines de década como su era: la era de Hindú. ¿Cómo logra tal hegemonía?
Posee los mejores jugadores, por cierto. Pero no le vienen dados por obra de la gratuidad; el club de Don Torcuato los fabrica. Y en el cómo está su clave.
"Cuando empecé a trabajar acá, en el 87, la mayoría de los jugadores vivía en Buenos Aires y tenía que venir a entrenarse. Ahora todos viven acá. Pero además, como Torcuato no tiene ni shopping ni cine, la «salida» en un día libre o feriado es para estar en el club. La directiva aprovechó eso con inteligencia y construyó el gimnasio propio, de primer nivel. Los chicos no tienen que ir a otro lugar, están con su propio profe y eso favorece su desarrollo. En el resto de las cosas, todos trabajan igual; no hay misterios", narró Roberto Chagra, coordinador de la preparación física de todas las categorías junto a Fernando Pastoriza, Nahuel Seri, Gustavo Satto y Julio Anelli.
Jorge Pulido, uno de los conductores de la monopólica primera, extendió la idea. "En los ochenta, cuando entrenábamos juveniles, muchas veces teníamos que llamar por teléfono el mismo día del partido para completar los equipos. Había que hacer un esfuerzo para convocarlos. Esto empezó a cambiar cuando ex jugadores de Hindú, como Negro Fernández, Tío Comoto y Gurí Ostiglia, se mudaron con sus familias cerca del club e Hindú tomó identificación con Don Torcuato, sin perder lo más importante: seguir siendo un club familiar", narró Chino .
Hindú es, además de un club de rugby, un country. Con su actividad y su gente. Mucha gente. "Esto es una familia. Los martes y los jueves, días de entrenamiento, tenemos unos 300 chicos acá. Y después, la integración de los jugadores del plantel superior funciona como un gran incentivo para los más chicos. Si venís un domingo a la mañana, vas a encontrarte con Chori [Hernán Senillosa], Nico [Fernández Miranda], Manasa [Juan Fernández Miranda]... Todos están acá acompañando a la menores de 15, la 16, la 17, la 19", relató, no sin orgullo, Sergio Quintana, el intendente de la entidad. "El último domingo, la menores de 19 tuvo que suspender su partido porque todos sus entrenadores juegan en la división superior y estaban ocupados con las semifinales de la intermedia y la preintermedia", graficó cómo los grandes y consagrados del plantel más rico del rugby argentino forman a los que mañana serán sus sucesores.
Otra herramienta que conduce al éxito es la escasa deserción de juveniles. La explicó Quintana: "Un equipo de menores de 15 empieza con 50 chicos y de esa camada llegan no menos de 30 hasta menores de 19. Son siempre unidos y tienen una gran constancia".
En definitiva, todos esos elementos hacedores de tanto triunfo nacen de uno: la identificación de todos con Hindú. "Esto es producto del laburo de más de 20 años de muchos, como Tito Fernández y Emilio Domínguez, que nos transmitieron, además de una forma de jugar de la cual todos estamos convencidos, lo más importante: el sentir y los valores de nuestro club. El secreto está en la humildad y el sacrificio y, sobre todo, en disfrutar nuestro rugby y nuestro club y en pasarla bien todos juntos", reveló Pulido. Una de las caras más visibles de la familia más feliz del rugby nacional.
Hindú no es su segundo hogar: es el único.
•Donde los empleados son como socios
La unidad que existe en Hindú, el sentido de pertenencia, es vital. "Los preparadores físicos somos profesionales, pero nos tratan tan amablemente que nos encariñamos con el club y somos como cualquier socio", ejemplificó el PF Roberto Chagra.
Fuente: Cancha llena
http://www.canchallena.com/1191475-las-claves-del-club-de-familia-que-es-hogar-dulce-hogar
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